Cinta azul verdosa con un diseño que recuerda la innovación y las relaciones humanas

Diseño, innovación y relaciones humanas

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Lo que conduce y mueve al mundo no son las máquinas sino las ideas.
Victor Hugo

Basta con contemplar la naturaleza para darnos cuenta de ciertas funciones que resultan ser bastante útiles e incluso increíbles. Por ejemplo, el olfato de los perros es excepcional, la vista de los halcones es muy aguda y el oído de los gatos es impresionantemente sofisticado.

Esos son comunes, pero hay otros que pueden sorprender aún más. Es el caso de los cachalotes que respiran cada 90 minutos o el de los basiliscos que pueden caminar sobre el agua o el pez cardenal que “escupe fuego” o medusas inmortales y la lista puede seguir.

Con tantas maravillas en la naturaleza es fácil preguntar ¿y nosotros qué tenemos? Somos sumamente frágiles, no tenemos garras ni visión potente o alguna facultad impresionante de la cual presumir…

Bueno, no tan rápido, la verdad es que si: nuestra red neuronal.

Todo en nuestro cuerpo está conectado gracias al sistema nervioso y a las protagonistas de la partida: las neuronas. Contrario a lo que se suele pensar, tenemos neuronas en todo el cuerpo aunque, claro, se concentran en el encéfalo, la médula espinal y los ganglios. Gracias a las neuronas, se puede compartir información entre las distintas partes del cuerpo y el encéfalo por medio de impulsos eléctricos.

Y eso sin mencionar que nuestro cerebro, la parte más importante del encéfalo, es bastante grande en comparación con otros seres vivos. Nos damos cuenta de su gran tamaño por la profundidad de los surcos (las arrugas) que contiene. Otros mamíferos llegan a tener cerebros lisos pues no son muy grandes.

El papel de las ideas en el progreso

Tener un cerebro bastante desarrollado sin duda compensa cualquier carencia a la vista. Porque tenemos a disposición algo como nuestro sistema nervioso, contamos con la capacidad de abstraernos, solucionar problemas, usar la razón, aprender, emplear el conocimiento para satisfacer nuestras necesidades de la mejor manera que consideremos, entre otras cosas más.

Hemos hecho cuestiones realmente increíbles, desde las más “sencillas” y que damos por sentado, como el lenguaje articulado o el mercado, a cuestiones más increíbles porque pueden sorprendernos como enviar sondas espaciales para estudiar las estrellas del universo o construir avisos luminosos con bacterias trabajadas en un laboratorio de bioingeniería.

Y no para ahí. Siempre vamos por más, siempre queremos saber más, siempre queremos satisfacer nuevas necesidades según se nos van apareciendo, siempre procuramos más comodidad que la que ya disponemos actualmente. Cuando se trata de humanidad, la insaciabilidad está presente, la curiosidad nos describe.

¿Dónde empieza todo esto? Comienza con un impulso eléctrico, con un par de neuronas haciendo sinapsis, con una idea. Todo lo que sabemos hoy día es consecuencia de miles de años de acumulación de conocimiento sobre el cual vamos añadiendo los nuevos descubrimientos y procuramos heredarlos a la siguiente generación.

En este hilo de ideas fue que Isaac Newton le escribió al filósofo y físico Robert Hooke lo siguiente: Si he podido ver más allá es porque me encaramé a hombros de gigantes. Todo lo que vamos descubriendo hoy tiene como fundamento el aprendizaje pasado y las ideas que tengamos actualmente sobre nuestro entorno.

Cuando logramos satisfacer una necesidad, cuyos medios de satisfacción antes no existían, decimos que hemos progresado.

Diseño e innovación

Ahora bien, ¿qué pinta el diseño en todo esto? Como conversamos anteriormente en una entrada sobre el diseño y la comunicación visual, el diseño siempre ha acompañado a la humanidad en su evolución, entendida esta como la serie de cambios en nuestros hábitos y formas de hacer las cosas.

Llegados a este punto, no está demás recordar que Wucius Wong ha dicho que el diseño es un proceso de creación visual con un propósito. Por supuesto, él hablaba del diseño gráfico, pero aplica para todo diseño, es decir, que persigue un propósito.

¿Cuál propósito? Podemos decir, en forma general, la satisfacción de una necesidad. Aquí el diseño y la praxeología, el estudio de la acción humana, se dan la mano. ¿No es acaso el diseño una forma de acción humana?

Como sea, el asunto es que, en la búsqueda de una situación mejor a la actual, procuramos todos los recursos disponibles (y eso incluye el tiempo, el conocimiento y los medios materiales) para la consecución de nuestros propósitos. El diseño, entonces, sirve para hallar nuevas y mejores formas de satisfacer necesidades y, en ese sentido, está muy unido a la innovación.

Y es que no tiene sentido diseñar algo sin propósito. Cabría preguntarse y hacer el intento para ver si es posible trabajar en algo que no servirá a nadie o que no aportará nada a lo que ya existe. En ese caso, no hablaríamos de innovación sino de producción, puesto que el esfuerzo creativo ya habría ocurrido previamente.

¿Y las relaciones humanas?

Pues, servido el diseño, la praxeología y la innovación, es natural que las relaciones humanas aparezcan en algún lado de la historia, ¿no? Como mencionamos, el diseño busca satisfacer una necesidad, cumplir un propósito, pero siempre en relación con la necesidad propia (transpersonal) o con la de alguien más (interpersonal).

Como bien mostraran Bernard Mandeville en La fábula de las abejas y Adam Smith en La riqueza de las naciones, cada quien, en la búsqueda de la satisfacción de sus necesidades movido por el amor propio, termina contribuyendo al surgimiento no intencionado de un orden espontáneo que crea el escenario propicio para intercambiar conocimiento.

De esta suerte, tenemos lo que hemos dado por llamar sociedad a través de la cual interactuamos para hacer realidad las ideas que prueban cumplir un propósito. Gracias a esa institución, podemos lograr maravillas como las comunicaciones a distancia, visión penetrante por medio de telescopios o microscopios, sumergirnos a grandes profundidades en el océano, volar, ir al espacio, crear órganos artificiales y un largo etcétera.

Visto de esta manera, parece que es poco lo que podemos envidiarle a otros animales. Ahora bien, no todo es bombos y platillos. En nuestra ambición por el conocimiento hemos visto tanto afuera que nos hemos olvidado de mirar dentro de nosotros mismos. Puede que nuestro sistema nervioso sea nuestro mayor orgullo, pero también lo que menos conocemos y eso incluye nuestra realidad interna constituida por la psique.

Tal vez, nuestro actual y mayor reto sea aprender a sincronizarnos mejor con la naturaleza, recordar que nosotros somos parte de ella, recordar de dónde venimos para tener claro hacia dónde vamos.

¡Gracias por leer!

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